Cuando sustituyó a Borrás del Barrio al frente de la Federación Balear en 2004 su primer mensaje fue contundente: «Mi objetivo es pacificar el fútbol». Durante casi trece años puso en práctica medidas ejemplarizantes que no sólo convirtieron en historia los enfrentamientos en los campos, sino que incluso consiguieron reducir sensiblemente las agresiones arbitrales «una lacra que sufre el fútbol mundial sin excepción». Sin embargo la reyerta de Alaró ha dinamitado todo su trabajo y hoy se siente abatido. «Dos minutos de vídeo han ensuciado doce años de paz».
Pregunta.- ¿Qué sintió al ver las imágenes?
Respuesta.-Sobre todo tristeza. Tristeza e impotencia. Esta semana me he ido a dormir cada noche con el lamento del niño que le pide a su padre que pare de pelearse martilleándome el cerebro una y otra vez. Si es inadmisible ofrecer un espectáculo de este calibre en un terreno de juego, es aún peor hacerlo con tus propios hijos como testigos.
P.-¿Se esperaba que sucediera algo así?
R.-Desde que entré en la Federación mi primer objetivo fue que el fútbol se entendiera como un deporte, no como un campo de batalla. Hemos tenido mucha suerte porque los clubes entendieron el mensaje y nos han ayudado muchísimo. Recuerdo el panorama que había en el año 2004 y lo comparo con el de ahora y hasta el domingo pasado no podía hacer otra cosa que sentirme satisfecho. Lamentablemente el incidente de Alaró nos ha puesto en la picota. Creo que es injusto porque hemos trabajado mucho para evitarlo, pero por desgracia las imágenes hablan por sí solas.
P.-Se dice que lo de Alaró en realidad es algo habitual, que la única diferencia es que esta vez la pelea ha sido grabada. ¿Es cierto?
R.-Por lo que respecta al fútbol balear, en absoluto. Sí que es cierto que sufrimos algunos incidentes aislados y hace muy poco se produjo una lamentable agresión a un árbitro en Llucmajor, pero hemos prestado especial cuidado a las categorías bases y hemos trabajado conjuntamente con los organismos oficiales para establecer medidas de prevención. Estamos ante unos hechos muy raros y de especial gravedad.
P.-¿Cómo pueden llegar unos padres a comportarse así ante sus propios hijos?
R.-El fútbol es pasión y eso hay que entenderlo, pero siempre dentro de unos límites. Los padres deben ser conscientes de que sus hijos están practicando un deporte de contacto. Si no entienden eso mejor que busquen otra disciplina donde no haya choques, porque en el fútbol es algo inevitable.
P.-No recuerdo incidentes de este calibre en el fútbol base. ¿Significa esto que ahora es más violento?
R.-No. Significa que ahora, al contrario de lo que sucedía antes, los padres van al campo a ver jugar a sus hijos, y además van todos. Si hace memoria verá usted que en el pasado casi nunca se veía a padres en las gradas. Eso es algo que ha cambiado y que, por desgracia, fomenta la competitividad.
P.-¿Qué propone usted para evitar que se repitan episodios como el de Alaró?
R.-En primer lugar nos vamos a poner muy estrictos con el terreno de juego. El campo es un recinto sagrado al que no puede acceder nadie que no tenga licencia federativa. Y cuando digo me refiero incluso a presidentes. Los árbitros van a recibir órdenes muy severas en este sentido. Ni una sola persona con ficha va a poner un pie sobre el césped a partir de ahora.
P.-Pero eso no evitará que se reproduzcan peleas en las gradas…
R.-Otro de nuestros objetivos es instalar cámaras en todos los campos. Algunas apuntarán al terreno de juego y otras lo harán a las gradas. Es un proyecto ambicioso que no es nuevo, porque hace ya años que está sobre la mesa, y si no lo hemos implantado es por su alto coste. Estamos hablando de una inversión de más de 100.000 euros y ésta no es una Federación a la que le sobre el dinero, pero vamos a ver si encontramos recursos externos para llevarlo a cabo, porque está demostrado que la gente se comporta de otro modo si sabe que hay una cámara grabando.
P.-Van ustedes a poner en marcha un registro de violentos. ¿Qué significa eso?
R.-No queremos ningún atisbo de violencia en nuestro fútbol y vamos a hablar con los clubes para establecer un pacto tácito. Aquel jugador o entrenador que sea expulsado de una entidad deportiva por comportamiento violento no va a poder fichar por ninguna otra, al menos en Baleares. Quizás con una medida tan radical como esa conseguiremos que se lo piensen dos veces a la hora de aplicar según qué conductas.
P.-El viernes los implicados en el conficto pidieron perdón públicamente. ¿Qué le parece?
R.-Me parece bien, pero demasiado tarde. Ese paso debieron haberlo dado el pasado lunes. Era lo mínimo que podían hacer.
P.-Interpreto en consecuencia que está de acuerdo con la resolución del Comité de Competición, ¿no?
R.-El Comité tiene independencia para actuar como considere. Ha nombrado un instructor para el caso y me parece una decisión muy correcta. Yo les apoyo en todo.
P.-¿Han pensado en restringir la entrada de los padres a los campos?
R.-No podemos hacer eso y además me parecería injusto porque en líneas generales nunca hay problemas, pero sí es cierto que en ocasiones es más importante educar al padre que al hijo.
P.-¿Lo dice por el decálogo que entregan a cada niño?
R.-Es una iniciativa dirigida a concienciarles de cuál debe ser su actitud en los terrenos de juego. Respeto, deportividad y sentido común. De todos modos, no nos equivoquemos tampoco y no olvidemos que sin los padres sería imposible que existiera el deporte base. Ellos son los verdaderos sustentos de los clubes, en muchas ocasiones con aportaciones económicas que suponen un enorme sacrificio familiar.
P.- Pusieron ustedes en práctica hace poco la campaña Suma Valors en colaboración con el Govern. ¿Qué expectativas tiene al respecto?
R.-En la pasada Asamblea aprobamos varios puntos que me parecen fundamentales para mejorar el fútbol base. A partir de ahora cuando se llega a una diferencia superior a los 10 goles ya se deja de contar, el árbitro tiene potestad para premiar las conductas deportivas y es además obligatorio que todos los equipos dispongan de un entrenador titulado. Hacemos todo lo que está en nuestra mano para recortar las posibilidades de que haya incidentes, pero por desgracia parece que no es suficiente.
P.-Ya que menciona la figura del árbitro. ¿Han hablado con ellos a raíz del incidente de Alaró?
R.-He estado permanentemente en contacto con su presidente, Tomeu Riera Morro, y el jueves mantuvimos una reunión informativa. Además de lo que comentaba antes de convertir los terrenos de juego en un lugar prohibido para cualquiera que no tenga ficha, hemos autorizado a los árbitros a suspender cualquier partido si la conducta deportiva tanto de los jugadores como de los entrenadores o incluso de los espectadores no es la correcta. Queremos un fútbol balear libre de insultos. Ya, las agresiones, ni las contemplo.
P.-¿No cree que es peligroso quitarle al fútbol toda su pasión?
R.-El fútbol puede seguir siendo pasional sin necesidad de insultar al árbitro. Ésta es una conducta que parece que se ha estandarizado y que da derecho a todo el mundo a acudir a un terreno de juego a desahogarse gritándole al señor que lleva un silbato y que va vestido de negro, y ya está bien. No lo vamos a consentir y me gustaría que los jugadores y los entrenadores nos ayudaran.
P.-¿Qué le dicen los presidentes del Alaró y del Collerense sobre lo sucedido el domingo?
R.-Se sienten muy afectados y les entiendo perfectamente porque a mí me sucede lo mismo. Me consta el enorme trabajo que hacen para sus clubes, al igual que todos los directivos, que invierten tiempo y dinero con la ilusión de poner su granito de arena en nuestro fútbol. Les he apoyado, porque no podía ser de otra manera, a pesar de que por supuesto deben asumir las sanciones que les impondrá el Comité.
P.-Los padres que intervinieron en la pelea no pueden ser sancionados por la Federación, sino por la Justicia ordinaria. ¿Qué castigo debería recaer sobre ellos?
R.-El adecuado a lo que han hecho. Tengo un enorme respeto por la Justicia española y me consta que se han tomado este asunto muy en serio. Voy a compartir totalmente, sin un solo resquicio, la decisión que tomen al respecto.
P.-El Alaró les ha pedido que a partir de ahora los partidos de su equipo infantil sean considerados amistosos. ¿Le va a hacer caso?
R.-En primer lugar debemos conocer la decisión final del instructor nombrado por el Comité de Competición. Cuando finalice su trabajo y conozcamos la resolución definitiva obraremos en consecuencia. De todos modos, por supuesto que vamos a mostrar la máxima sensibilidad hacia los niños afectados. Ni uno solo de ellos debe dejar de jugar al fúbol. Esa sí que sería una derrota muy triste.
P.-Usted ha sido futbolista antes que directivo. ¿Añora aquel fútbol?
R.-Al contrario de lo que puede parecer ahora, le diré que el fútbol era antes mucho más violento porque las entradas eran más agresivas. Sencillamente porque no se jugaba tan rápido. Recuerde, además, que antes no existían las tarjetas amarillas y para que un árbitro expulsara a un jugador, tenía que hacerla muy gorda.
P.-¿Cree usted que existe un problema de educación en este país?
R.-Creo que lamentablemente hemos ido perdiendo valores y respeto hacia los demás, y es algo que debemos recuperar cuanto antes si no queremos entrar en un callejón sin salida. Es fundamental inculcárselo a las nuevas generaciones.
P.-¿Hasta qué punto le ha afectado lo de Alaró?
R.-Como le decía al principio, me ha costado dormir esta semana, pero le voy a prometer algo. Durante el tiempo que me quede en el cargo me voy a ocupar personalmente de poner todos los medios posibles para que no se repita nunca más algo así. El fútbol balear ha trabajado unido durante doce años para evitarlo y no es de recibo que un suceso aislado transmita al exterior una imagen que no se corresponde con la realidad.
P.-¿Cree en la redención?
R.-Quiero pensar que en Alaró se perdieron los nervios y que no sucederá nunca más. Quiero pensar que los implicados habrán recapacitado y se habrán dado cuenta del mal que le han hecho a sus hijos, y quiero pensar que a partir de ahora nunca tendremos que volver a ver las imágenes de un niño llorando porque su padre se está pegando en un campo de fútbol. Nunca más.
El Mundo
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